El
miedo cambia nuestro modo de ver las cosas, literalmente. Según revela un estudio realizado en la Universidad Erasmus (Holanda) y publicado en la revista Psychological Science, después de ver el rostro de una persona asustada se activan en nuestro cerebro regiones implicadas en la sensación de miedo que aumentan nuestra sensibilidad al contraste de las imágenes (diferencia entre áreas claras y oscuras) y reducen la nitidez en la percepción de los detalles.
Este cambio de percepción visual, explican Bruno Bocanegra y René Zeelenberg, coautores del estudio, mejora nuestra capacidad de evaluar la distancia a la que se encuentra un sujeto, si está en movimiento y la velocidad a la que se desplaza. Según Bocanegra, cuando estamos asustados “no nos preocupa si el sujeto que nos amenaza tiene pecas o arrugas, nos importa si sus movimientos implican un peligro”.
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